El oficial se encontraba agobiado por el caso, un hombre robusto, bigote abundante y cuyo cabello reflejaba el paso de los años al haberse teñido de un extraño tono blanco grisáceo, las entradas en su frente eran otra señal irrefutable de su extensa experiencia.
Aquel cuarto oscuro sólo se iluminaba con la frágil y rojiza luz que emitía una vieja lámpara, las paredes sucias y mojosas de ese pequeño lugar hacían que se tornara húmedo y con tintes de sofocación.
El caso era intrigante ¿Cómo es que una persona no podía darse cuenta de lo que pasaba? El oficial tomo aquella lámpara con una de sus manos, se inclinó sobre la mesa apoyándose con el brazo que le quedaba libre, dirigió la luz a la cara del interrogado: un joven de unos escasos 23 o quizá 25 años que parecía tener dibujado en el rostro el letrero de “niño bonito”.
Lo miró fijamente durante unos segundos, su mirada era fría e intimidante, entonces con voz seca y aguardentosa dijo…
---Dime hijo ¿Cómo paso todo?
Con serenidad y como si tuviera todo el tiempo del mundo, el joven se recostó sobre la vieja silla en la que se encontraba sentado, esta a su vez emitió un rechinido. Cerró los ojos y tomó un bocado de aire, después de un suspiro comenzó con la extraña historia.
---Todo paso muy rápido, la invite a mi casa y después de algunas copas el ambiente se torno mas… mas erótico, se acerco a mi y me beso varias veces, no eran besos arrebatadores y desenfrenados, no, eran besos lentos y sensuales, después de algunas caricias se puso de pie y sin quitarme la mirada de encima, caminó lentamente hacia la alberca mientras quitaba una a una las delicadas prendas que cubrían su hermoso cuerpo, le cual parecía haber sido esculpido por los mismísimos dioses del placer carnal.
Me levante y la seguí tratando de predecir lo que quizá pasaría…
Encendí las luces de la alberca mientras miraba su figura entrar con un salto casi olímpico al agua, al que seguramente seria calificado con la máxima puntuación por los mas estrictos jueces. Fui tras ella ya desnudo con una botella de champagne en una mano y dos copas de fino cristal en la otra.
--- ¿Tiene un cigarrillo?--- interrumpió el relato, uno de los policías presentes miró un tanto desconcertado al oficial quien asintiendo con la cabeza dio su aprobación de que le dieran uno, el muchacho fumo un poco, arrojo el humo y continuó--- gracias.
Me recibió con un beso, esta vez fue mucho más apasionado que los primeros, con el calor que emitían nuestros cuerpos el agua pasó a tener una temperatura que quizá habría llegado a los 100º C jeje--- sonrió maliciosamente al recrear aquella excitante escena en su cabeza--- me olvide de las copas y vertí el delicioso líquido contenido en la botella, primero sobre sus senos… después sobre su cabeza, dejaba ver en sus gestos que de verdad disfrutaba lo que ocurría.
Nos besamos con la misma intensidad que mostrase un hambriento vagabundo al cual se le ofreció un pedazo de pan, entonces ella fue bajando muy despacio besando todo lo que había a su paso, el mentón, el cuello, el pecho y siguió hasta perderse dentro del agua tibia, donde no se detuvo y siguió besando. Acto seguido… ya hacíamos el amor.
Antes de que entrara en detalles fue interrumpido--- ¿Cómo puede ser que no te dieras cuenta de lo que ocurría?--- preguntó el dueño de la voz ronca mientras golpeaba la mesa con uno de sus puños --- ¿acaso no escuchabas que se ahogaba?
--- ¿Escuchar? no, solo oía, pero no pensé que fuera por que tragaba agua.
--- ¿¡No lo pensaste!? ¿Qué fue lo que paso por tu mente?
--- Sabía que… que tenía algunas perversiones, creí que esa clase de ruidos eran parte de ellas.
--- Entonces, lo que me estas diciendo es que ¿no te diste cuenta de que estabas haciéndolo con una muerta?
--- ¿Muerta? Yo no la definiría simplemente como a “una muerta”, yo la llamaría… --- después de tomar una pequeña pausa y mostrar una sonrisa dijo---- “CADAVER EXQUISITO”.
-Ramiro Yocupicio
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